CRISPR (pronunciado "crujiente") puede parecer un elemento del menú de comida rápida, pero en realidad es una tecnología revolucionaria de edición genética.
En 2012, las bioquímicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier descubrieron cómo utilizar enzimas para realizar cambios muy específicos en el ADN de un organismo vivo. Las implicaciones potenciales eran enormes: en ese momento todo, desde evitar enfermedades hasta diseñar "bebés" genéticamente, se volvió concebible.
Sin embargo, desde sus inicios, esta tecnología de "tijera molecular" ha demostrado ser un poco delicada. Por lo general, funciona en menos del 10 por ciento de las células y puede provocar mutaciones celulares no deseadas. En pocas palabras, no ha estado listo para el horario de máxima audiencia.
Sin embargo, eso puede estar cambiando pronto gracias a un equipo de biólogos de Cal San Diego que recientemente desarrolló una nueva forma de CRISPR que puede insertar de manera más eficiente secuencias de ADN correctas con muchos menos errores (las técnicas CRISPR existentes tenían una tasa de error de ~1%; la tasa de esta técnica es 100 veces menor).
El método utiliza una variante de la enzima que Doudna y Charpentier descubrieron que corta o “muela” suavemente una hebra de la doble hélice del ADN, en lugar de cortar ambas hebras de ADN sin rodeos. Los investigadores probaron este nuevo enfoque en moscas de la fruta para corregir una mutación que hacía que sus ojos se volvieran blancos en lugar de rojos. La nueva enzima corrigió el color de los ojos en hasta el 65% de las células, restableciendo el color de los ojos al rojo.
En pocas palabras: aparentemente estamos cerca de poder "Control-Alt-Eliminar" muchas enfermedades.
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